viernes, 5 de junio de 2015

Barranco Forronías

Participantes: Carlos Heras y la que escribe, Pilar Carrasco


Aprovechando nuestra estancia en pirineos ascendiendo las cumbres de los tres miles de la zona de Panticosa, decidimos relajar piernas durante uno de los días y dedicarlo a barranquear. Nuestra primera elección del día fue el barranco de Forronías. El día anterior, de camino al camping, comprobamos el caudal desde la carretera que va al balneario de Panticosa. Aunque parecía bajar "contento", no iba excesivamente fuerte ya que había que tener en cuenta que los tres últimos rápeles lleven algo más de agua debido a un aporte intermedio.

Madrugamos y pusimos rumbo al balneario de Panticosa. Justo enfrente de un almacén de bebidas sale una pista que remonta hasta llegar a una zona llana donde se puede dejar el coche. Preparamos rápidamente el material y tomamos el camino al cauce llegando a la cabecera del barranco en menos de una hora. 


El caudal inicial era más bien escaso, apenas un hilillo de agua. Las vistas desde la cabecera son brutales y el entorno idílico.


Poco a poco fuimos descendiendo los rápeles iniciales que no superan los 25 metros. 





Nos encontramos algunos troncos en el cauce, fruto de las avalanchas del anterior invierno. En poco tiempo llegamos a la surgencia. La cantidad de agua que aportaba era prácticamente el doble que la que ya bajada, así que el caudal se multiplicaba por tres. Sólo quedaban por delante dos rápeles de 25 metros y el último en volado de 45 metros.


Los dos primeros los bajamos con cuidado, el suelo resbaladizo y la fuerza de arrastre de agua nos hizo perder el equilibrio en alguna ocasión. 



Superados los dos sin problemas, continuamos el camino hacia el rapel final. Un impresionante volado cuya cabecera se encuentra fuera del curso del agua. Su descenso eleva los niveles de adrenalina al máximo y las vistas desde el mismo son inmejorables.


Terminado el barranco, paramos unos minutos para disfrutar de la bonita estampa de la cascada final, sólo 10 minutos de paseo nos separaban del coche.


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