domingo, 7 de junio de 2015

Garganta de Escarrilla

Participantes: Carlos Heras y la que escribe, Pilar Carrasco


Para poner fin a nuestra estancia en Pirineos y antes de regresar a casa, decidimos acercarnos a Escarrilla a descender la garganta que lleva su nombre. Dejamos el coche en el parking de la izquierda antes de cruzar el túnel. Allí sale una pista a la derecha de la carretera que pasa por unas vías de escalada y una pequeña ferrata. En una de las curvas aparece un sendero que se utiliza como camino de retorno. Continuando por la pista, más adelante, sale un camino bien marcado a la derecha con un cartel indicativo que te deja en el mismo cauce del río.
El inicio del barranco es abierto y está bastante sucio, al encontrarlo con poco caudal, la basura se hace presente en cada rincón. 


Más adelante el agua empieza a encajonarse un poco más y las paredes toman grandes dimensiones, dando lugar a un cauce bien excavado.


Tras el rápel caemos en una gran badina que parece cubrir pero realmente está llena de algo más de un metro de hojas secas. 


Los colores de la garganta, el agua cristalina y los grandes paredones le confieren una gran belleza al entorno. 



Algún salto y un par de badinas nos llevan hasta el tronco que cruza el cauce y que nos indica el final de la garganta. 


Diez minutos por el sendero de retorno y llegamos al coche donde un grupo de franceses se preparaba para iniciar el descenso. Barranco perfecto para la iniciación, con un poco de todo, saltos, badinas y algún rápel, una pena que se encuentre tan descuidado.


viernes, 5 de junio de 2015

Barranco Gorgol

Participantes: Carlos Heras y la que escribe, Pilar Carrasco


Después de haber descendido el barranco de Forronías durante la mañana, nos dirigimos a Piedrafita para disfrutar del Barranco Gorgol. Breve pero intenso, quizás sean los dos adjetivos que mejor caracterizan este bello barranco del Pirineo. 
Dejamos el coche al lado del puente de Beato donde finaliza el descenso. El acceso al barranco es muy corto, aproximadamente 15 minutos si no te despistas en ninguna de las bifurcaciones del hayedo. Llegados al barranco y con el neopreno ya puesto, comenzamos el descenso. Nos encontramos con un gran caos de bloques que en unos minutos desaparece para dar lugar a un barranco encajonado con algunos tramos de paredes lisas y rojizas y de aguas cristalinas. 





Saltos, toboganes y un par de rápeles completan el descenso hasta darnos de bruces con el puente en menos de una hora. Impresionante barranco que nos deja un buen sabor de boca y pone punto y final a un gran día barranquero.


Barranco Forronías

Participantes: Carlos Heras y la que escribe, Pilar Carrasco


Aprovechando nuestra estancia en pirineos ascendiendo las cumbres de los tres miles de la zona de Panticosa, decidimos relajar piernas durante uno de los días y dedicarlo a barranquear. Nuestra primera elección del día fue el barranco de Forronías. El día anterior, de camino al camping, comprobamos el caudal desde la carretera que va al balneario de Panticosa. Aunque parecía bajar "contento", no iba excesivamente fuerte ya que había que tener en cuenta que los tres últimos rápeles lleven algo más de agua debido a un aporte intermedio.

Madrugamos y pusimos rumbo al balneario de Panticosa. Justo enfrente de un almacén de bebidas sale una pista que remonta hasta llegar a una zona llana donde se puede dejar el coche. Preparamos rápidamente el material y tomamos el camino al cauce llegando a la cabecera del barranco en menos de una hora. 


El caudal inicial era más bien escaso, apenas un hilillo de agua. Las vistas desde la cabecera son brutales y el entorno idílico.


Poco a poco fuimos descendiendo los rápeles iniciales que no superan los 25 metros. 





Nos encontramos algunos troncos en el cauce, fruto de las avalanchas del anterior invierno. En poco tiempo llegamos a la surgencia. La cantidad de agua que aportaba era prácticamente el doble que la que ya bajada, así que el caudal se multiplicaba por tres. Sólo quedaban por delante dos rápeles de 25 metros y el último en volado de 45 metros.


Los dos primeros los bajamos con cuidado, el suelo resbaladizo y la fuerza de arrastre de agua nos hizo perder el equilibrio en alguna ocasión. 



Superados los dos sin problemas, continuamos el camino hacia el rapel final. Un impresionante volado cuya cabecera se encuentra fuera del curso del agua. Su descenso eleva los niveles de adrenalina al máximo y las vistas desde el mismo son inmejorables.


Terminado el barranco, paramos unos minutos para disfrutar de la bonita estampa de la cascada final, sólo 10 minutos de paseo nos separaban del coche.